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La filtración de Wikileaks obliga a replantearse la seguridad de la información gubernamental

Estados Unidos condena la publicación de datos sobre la guerra de Afganistán en el sitio de colaboración Wikileaks; determinar los daños a la seguridad podría llevar semanas, según el Pentágono.

La revelación llevada a cabo por Wikileaks de más de 90.000 documentos sobre operaciones militares en Afganistán podría ser sólo el principio de los problemas para el gobierno de los Estados Unidos. La publicación online de estos documentos, que ofrecen una profunda y comprometedora visión del conflicto de Afganistán entre 2004 y finales de 2009, pone de relieve el fallo de Estados Unidos a la hora de controlar sus datos clasificados de las amenazas internas. Y deja el camino abierto a que todo el mundo pueda manipular la información que contienen los documentos.

La publicación de los documentos confidenciales tuvo como respuesta una dura declaración de James Jones, Consejero de Seguridad Nacional del Presidente Obama. En su comunicado, Jones dijo que Estados Unidos “condena duramente la revelación de información clasificada por individuos y organizaciones que podría poner en peligro la vida de los americanos y nuestros socios, y amenazan nuestra seguridad nacional”. El fundador de Wikileaks, Julian Assange, ha defendido la revelación de la información porque muestra el horror de la guerra. “La historia real de este material es que es guerra”, dijo.

Wikileaks registró el lunes que 23.000 usuarios concurrentes estaban descargando los documentos. Su página principal permaneció inaccesible en algunas ocasiones, pero el site alternativo montado por Wikileaks, “El Diario de Guerra Afgano”, satisfacía las demandas de los usuarios.

Para Estados Unidos y sus políticas de seguridad de la información, esta fuga ilustra el gran poder que puede llegar a tener una brecha de este calibre. Entre las consecuencias, hay varias opciones: que se decida que los documentos revelados no son realmente una amenaza para la seguridad nacional; que las agencias se muestren menos proclives a marcar documentos como secretos o, por el contrario, que se refuercen aún más los controles de seguridad de la información aún más, lo que implicaría medidas mejoradas, auditorías más detalladas para determinar quién ha accedido a qué tipo de registros, e investigaciones más severas.

La revelación de Wikileaks se ha comparado con la salida a la luz, en 1970, de documentos clasificados del Pentágono sobre la Guerra de Vietnam, que el New York Times. La Administración Obama espera que pronto se olvide el incidente, si bien sus consecuencias pueden ser devastadoras. No obstante, la brecha debería llevar a todos los gobiernos a replantearse el modo en el que controlan, ocultan y distribuyen información.

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