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Los wearables, un coladero de datos corporativos

También puede suponer la monitorización del empleado 24 horas al día.

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La aparición de los wearables y el aumento de su popularidad puede suponer en un futuro próximo una auténtica pesadilla para las empresas; al igual que pasó con los dispositivos BYOD, la conexión de dispositivos personales a las redes de las corporaciones o la gestión de datos empresariales en equipos ajenos no obtiene nunca un buen resultado en cuanto a seguridad se refiere.

Sin embargo, no es algo de lo que se pueda huir: los trabajadores van a emplear las herramientas que tienen a su alcance, en especial las más fáciles de usar, por lo que la mejor solución ante esta nueva situación es prepararse para lo que se avecina. “Va a ser como tener dispositivos BYOD hormonados”, ha bromeado Peter Gillespie, un abogado de la empresa Fisher Phillips, un bufete de abogados especializado en leyes laborales.

Un caso que ejemplifica los peligros de los wearables son los relojes inteligentes, capaces de gestionar correos electrónicos, o en algunos casos, softwares internos de productividad; se trata de un objetivo muy apetecible para los hackers ya que se puede acceder tanto a información personal como corporativa.

“El problema es que las empresas todavía no se lo toman en serio”, señala Gillespie. “Todavía no se están conectando habitualmente a las redes de la empresa, por lo que no se ve como un problema; sin embargo los departamentos de TI y de Recursos Humanos deberían concienciarse de que este tipo de dispositivos no están diseñados desde la seguridad”.

Según Phil Hochmuth, analista de IDC, las empresas sí que son conscientes del reto que suponen los wearables conectados a redes corporativas, “y estas desarrollando soluciones para anticiparse, aunque no a gran escala; además este tipo de dispositivos no se están produciendo todavía en masa”.

Debido a la conexión que suelen compartir los wearables con los smartphones, muchas empresas de movilidad y gestión están desarrollando ya softwares específicos para wearables que requerirán varios niveles de protección, pero aún está por comprobar su buen funcionamiento.

Más allá de los productos de consumo del estilo del Apple Watch no hay muchos wearables que se empleen de verdad en la oficina: dónde mayores ventajas pueden encontrar las empresas es en las aplicaciones pensadas especialmente para ambientes industriales, como por ejemplo las gafas de realidad aumentada o los wereable-sensores de datos.

“En industrias como el de la sanidad, el gas o el petróleo, estos dispositivos manejarán información muy sensible por lo que deberán contar con un sistema estricto y controlado, con una fuerte autentificación”, añade Hochmuth. Se tratará pues de equipos manejados por la empresa, no por trabajadores con otros fines que no sean corporativos.

En la actualidad ya existen proveedores de herramientas que gestionan wearables como si se tratasen de ordenadores, como ya es habitual; son soluciones que tienen como objetivo, tanto proteger la información sensible de la empresa, como la privada personal de los trabajadores.

Hasta ahora el wearable más popular es la banda de ejercicio, muy popularizada por Fitbit; por otro lado la demanda de relojes inteligentes no ha alcanzado en los dos últimos años las expectativas de negocio de las compañías, aunque todavía creen que tiene mucho potencial para crecer en el mercado, aunque a marchas menos forzadas.

Por otro lado, pese a las persistentes noticias que hay sobre los peligros de conectar los wearables con otros dispositivos por los datos personales, un estudio reciente de la multinacional PwC señala que la gente está menos preocupada ahora que hace dos años por la seguridad de la empresa. Además, en la encuesta el 67% de los consumidores creían que las empresas deberían pagar por sus wearables, ya que aumentaba su productividad en el trabajo; para 2020, de hecho, se calcula que 75 millones de wearables entrarán al puesto de trabajo según Gartner.

“Hay muchos retos en el hecho de que la empresa pueda acceder a los wearables de los trabajadores; podrán monitorizar la localización de sus empleados, las horas trabajadas, los descansos que se toman e incluso los números de pasos que dan. Al final los empleados que no quieran participar parecerán sospechosos de querer ocultar algo”, señala el informe.

La conclusión del estudio de PwC es que mientras que aumente la presencia de la tecnología en el puesto de trabajo, la transparencia y la formación del empleado deberán ser las claves para resolver el problema.



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