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¿Deben estar las aplicaciones críticas de la empresa en la nube?

Un reciente estudio de esta misma firma, junto a North Bridge Venture Partners y GigaOM Research, indica que el 75 por ciento de las empresas ya dispone de alguna infraestructura en la nube y que el mercado cloud mundial alcanzará a finales de este año los 158.800 millones de dólares.

Muchas empresas planean trasladar gran parte de su infraestructura informática a la nube, según Dave LeClair, director de estrategia de Stratus Technologies, especialista en soluciones de alta disponibilidad, que apoya su afirmación en el estudio que han realizado North Bridge Venture Partners, GigaOM Research y la propia Stratus.

“Se mantiene el entusiasmo por la tecnología cloud, superando barreras históricas como la seguridad”, subraya LeClair. “Sin embargo, lo que también se desprende de los resultados de este año es el aumento del ritmo de adopción. Más allá del nivel actual, las compañías siguen buscando proveedores que les permitan tener sus infraestructuras siempre online y que soporten sus aplicaciones de negocio más críticas”, reconoce el experto.

Las empresas deben analizar con cuidado qué aplicaciones ponen en la nube, luego considerar lo que supone gestionar este cambio, desde el punto de vista de la complejidad, coste, recursos y objetivos, mantiene LeClair. “Sabemos de primera mano que estas consideraciones no tienen una respuesta única y reescribir aplicaciones para la nube no será la solución en muchos casos”, explica.

La disponibilidad sigue siendo un problema para estas aplicaciones de misión crítica en la nube.

El valor de mover aplicaciones a la nube parece claro. Se mejora enormemente la agilidad y escalabilidad de las aplicaciones. En muchos casos, aprovechan al máximo la infraestructura cloud. Sin embargo, la disponibilidad sigue siendo una pesadilla, señala LeClair.

La nubes están diseñadas para escalar de forma flexible, indica LeClair. Los componentes individuales de cloud pueden fallar y no ser reemplazados. A menos que tu aplicación esté diseñada para evitar estos fallos en las cargas de trabajo, puedes tener serios problemas.

“Estamos viendo un montón de aplicaciones básicas que se mueven a la nube y nuevas aplicaciones que se construyen incluso en un entorno cloud, pero no vemos muchas aplicaciones de primer nivel que lo hagan”, reconoce el experto.

La caída de una aplicación de misión crítica paraliza un negocio. Justo antes del Día de Acción de Gracias del año pasado, por ejemplo, United Airlines sufrió un fallo en el Cloudsoftware que controla sus operaciones de tierra y causó un retraso de dos horas. Y el día de Navidad, un mal funcionamiento de la infraestructura cloud de Amazon impidió a Netflix descargar contenidos de millones de usuarios, cuando estaban sentados esperando a ver sus programas y películas favoritos.

Según Aberdeen Group, el coste medio estimado de una caída se sitúa en 138.888 dólares la hora.

“Sobre el 50 por ciento de los responsables de TI quiere tener menos de 30 minutos de caída de sus sistemas al año”, señala LeClair. “Ahora no están consiguiendo ni acercarse a eso”, concluye.

Al final, hay aplicaciones que simplemente es mejor no migrar a la nube, para evitar riesgos. Pueden quedarse en entornos virtualizados o requerir hardware dedicado, por razones de rendimiento o funcionalidad. O quizás, la legislación exige bloquear ciertos entornos para que sean seguros.

Por ello, el experto concluye que las empresas deben evaluar, caso por caso, si es más apropiado que una aplicación se sitúe en un entorno físico, un entorno virtualizado, una nube privada, una nube pública o una nube híbrida. En todos los casos, serán necesarias ciertas concesiones.

Esta es una información de Thor Olaysrud. CIO



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