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El spam crediticio esconde phishing, malware, robo de datos y más spam

Kaspersky alerta de que, tras el envío de correos electrónicos masivos de créditos bancarios hay organizaciones poco honestas y estafadores que buscan hacerse con los datos y el dinero de los usuarios, o enviar un programa malicioso disfrazado de un documento de ofimática.

correo spam

Millones de personas en todo el mundo recurren al préstamo bancario, pero, ante la dificultad de conseguir crédito, a veces caen en la tentación de acudir a pequeñas organizaciones y prestamistas particulares que son más accesibles al usuario, los cuales a menudo emplean el envío de spam para captar clientes potenciales. Kaspersky Lab señala que tras estos mensajes de correo se esconden multitud de riesgos de seguridad.

 

La primera gran amenaza detrás del spam crediticio es el intento de robo de datos financieros del usuario a través de páginas web falsificadas de bancos de renombre. Al introducir los datos personales en un sitio phishing, estos caen en manos de los estafadores, que pueden pedir un crédito en nombre de la víctima. Kaspersky señala que la estafa se descubre mucho después, cuando el usuario recibe una citación al juicio por no pagar el crédito. Las víctimas también puedan facilitar voluntariamente sus datos de identidad o de contacto a terceras personas con el pretexto de ayudar para formalizar un crédito, datos a los que se les puede dar mal uso, por ejemplo, para falsificar documentos.

 

Los mensajes también pueden llevar programas maliciosos en los adjuntos, bajo la apariencia de formularios de solicitud de crédito o de contratos de crédito ya aprobados, y que, de abrirse, pueden infectar el sistema o causar la pérdida de los datos almacenados en el disco duro. Por supuesto, responder a un mensaje spam, incluso si no se tiene la intención de usar los servicios que se ofrecen, puede provocar que la cantidad de mensajes publicitarios recibidos se dispare.

 

Kaspersky Lab señala que hay que desconfiar del spam crediticio que se mande tanto de una compañía que afirma ser una organización crediticia oficial, como de bancos de renombre, corredores de crédito, particulares, organizaciones de beneficencia y remitentes anónimos, y por supuesto del spam propagado en redes sociales, como Facebook, LinkedIn y otras.



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