Ciberseguridad
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"Facebook ha pedido perdón más veces por cómo trata los datos que medidas ha tomado al respecto"

Paula de la Hoz, fundadora de Interferencias, hace una defensa de la privacidad y los derechos digitales de los usuarios y apela al sentido de comunidad: "Es la forma más rápida de luchar por la igualdad".

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Paula de la Hoz, segunda por la izquierda, durante el evento Kaspersky Next 2019.

 

Con solo 23 años se ha convertido en una de las voces más respetadas de los grandes eventos de ciberseguridad y privacidad. Paula de la Hoz es una de las fundadoras de Interferencias, la comunidad que pone en liza a los usuarios molestos por las prácticas de tratamiento de datos de los gigantes tecnológicos y que defiende la “transparencia” del software libre. Este, por el momento, pequeño reducto, nace hace tres años en Granada tras darse cuenta la analista de que “en nuestro grupo de software libre surgían muchos temas relacionados con la privacidad y los derechos digitales que se quedaban en el aire”, tal y como relata a CSO España durante la celebración de la conferencia Kaspersky Next 2019, en Lisboa (Portugal). Tras su fundación, se empezaron a sumar personas de todos los rincones de España y Latinoamérica que, como ella, creían que “hacer comunidad es la mejor forma y más rápida de avanzar en la igualdad”, en contraposición a los ideales de las empresas privadas.

Dentro de la naturaleza de Interferencias hay ánimo de lucha contra estos grandes jugadores que a menudo imponen sus reglas por encima, incluso, de la legislación. Caso alarmante es el de Facebook y la fuga de datos de 50 millones de usuarios que llegó a manos de la consultora inglesa Cambridge Analytica y que utilizó para influenciar campañas como el Brexit y las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016 “Facebook ya ha pedido perdón más veces por cómo trata los datos que medidas ha tomado al respecto”, reivindica. “También otras empresas como Google tienen problemas constantes con los organismos de la Unión Europea (UE)". Aunque gran parte de esta batalla no llegue a oídos de estas compañías, De la Hoz denuncia esa sensación de poder que las hace alejarse del mundo real. Pero, ¿cómo se pueden combatir estas prácticas? “Esta es la gran pregunta”, responde. “Los CEO de Facebook y Google se han visto envueltos en situaciones que han conseguido que pasasen de largo con dinero. Simplemente queremos que los derechos y las leyes estén por encima de este tipo de cosas”.

Una de las legislaciones que han entrado en vigor para defender a los usuarios es el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR, de sus siglas inglesas). Para la experta este texto es un arma de doble filo. Cree que es el momento de revisar la norma, sobre todo en lo que a aplicaciones y a casos reales se refiere. Y, es que, “tiene las trampas necesarias para que no se llegue a proteger a los ciudadanos”. Sin embargo, ¿deberían ser los propios usuarios los que empezaran a empoderarse y a denunciar estos abusos? ¿Por qué no lo hacen? “Se trata de una cuestión de comodidad. Muchos reconocen ser conscientes de la situación pero alegan que su información no es relevante o no vale lo suficiente como para preocuparse por ella. Además, estos servicios son tan rápidos e intuitivos que no dejan tiempo a plantear si lo que hace el usuario le está poniendo en peligro a él o a los que le rodean”.

De la Hoz apela, en este caso, a la empatía. A saber que las acciones de un individuo van a influir en los demás usuarios de cualquier parte del mundo. “Todo es cuestión de pensar como comunidad”.

 

En juego, derechos fundamentales

Preguntada por si estamos en un punto de no retorno en torno a estas prácticas, de la Hoz explica que ya empieza a ver brotes verdes de parte de los usuarios. Por ejemplo, las revueltas en Hong Kong han servido para que los ciudadanos se unieran en torno a servicios de mensajería para sincronizar y amplificar sus protestas. “Estos pequeños pasos forman parte de un cambio”, añade.

Este cambio necesita velocidad. Y no solo por lo que hacen las empresas privadas con la información de sus clientes, sino también los gobiernos de todo el mundo. En China se ha llegado a aprobar la utilización de bases de datos creadas a través del reconocimiento facial, práctica que, por ejemplo, la ciudad de San Francisco (Estados Unidos) ha prohibido en un alarde de integridad. “Somos un compendio de datos que hay que proteger”, explica. “Para los gobiernos nuestra información, que nos define, tiene relevancia. Si no somos capaces de poner el freno ahora podrán acabar usándola para censurarnos en el futuro. Ahora sentimos cierta capacidad de libertad de decisión y actuación que nos impide ver los peligros del futuro. Hasta que empecemos a echar en falta nuestros derechos.”.

Nos encontramos en un momento de riesgo en el que títulos clásicos de la ciencia ficción como podría ser el propio 1984 de George Orwell empiezan a parecer reales. Por ejemplo, cuenta, en La India se recolectan datos biométricos de los ciudadanos a cambio de recompensas como becas universitarias.

En cualquier caso, de la Hoz se muestra optimista respecto al futuro. “Tenemos tiempo de solventar la situación”. La solución pasa, sostiene, por educar al usuario, que no asimile como normales cierto tipo de actuaciones. “Nos alegan que utilizan el reconocimiento facial para nuestra seguridad y, por miedo, somos capaces de ceder derechos que originalmente no daríamos”. Para cambiar el panorama, la analista cree que el usuario debe sentir la responsabilidad que tiene respecto a la seguridad: “Ningún producto que nos venden como impenetrables lo es. Si los usuarios son el punto más débil de la cadena de la ciberseguridad es porque no se les ha dado responsabilidad”, puntualiza.



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