"La conciliación es vital y el Estado se tiene que ocupar de que las empresas ofrezcan facilidades"

“Cuando celebramos el primer evento, hace 15 años, éramos 20 mujeres máximo. En esta edición, de la que esperamos unas 5.000 personas, habrá un 20% de asistencia femenina”. Estas frases de Arantxa Sanz, presidenta de RootedCON, radiografían con exactitud cómo ha evolucionado el sector de la ciberseguridad. Este congreso, que se ha celebrado esta semana en Madrid, reúne periódicamente a multitud de perfiles ‘ciber’ con el objetivo de hacer comunidad. En España se ha conformado “una muy fuerte”. Tanto es así que, además de ciudades como Valencia y países como Portugal, el encuentro tiene previsto pasar por Panamá en el mes de abril para congregar al talento de habla hispana.

Por sus talleres y charlas inspiradoras han pasado grandes nombres propios como la perito informático Selva Orejón; Ofelia Tejerina, presidenta de la Asociación de Internautas; o Susana Quintás, consejera independiente, entre otras grandes expertas. En cualquier caso, dice Sanz en conversación telefónica con CSO, a la hora de seleccionar las charlas “no vemos quién las presenta, sino su interés. ¿Tienes algo que contar? Adelante. También hay que atreverse, porque el año pasado fue la primera vez que yo hice la inauguración”.

Y, es que, según su punto de vista, nos encontramos ya en un momento en el que cada uno se dedica a lo que le gusta. Por ejemplo, argumenta, cada vez hay más mujeres taxistas o conductoras de autobús. “El problema era que antes había industrias a las que no nos dedicábamos o, directamente, que no trabajábamos […] La conciliación es algo vital y el Estado se tiene que preocupar de que las empresas ofrezcan facilidades. Una vez solventado esto, avanzaremos a dirigir y controlar las compañías”. En este sentido, sí que atisba el llamado ‘techo de cristal’ por el que los hombres tienen mejores salarios y acceden a mandos más altos. Esta es una dificultad de base”.

Preguntada por si la industria de la ciberseguridad y la asistencia a eventos de este calado pueden llegar a rondar cotas de paridad del 50%, Sanz responde que “estaría bien, pero tampoco es necesario. El mundo de la informática es relativamente nuevo y, al final, hacemos lo que queremos y estamos las que queremos”. Eso sí, en cuanto al trabajo en los distintos departamentos la diversidad es necesaria: “Es esencial contar con diferentes puntos de vista, de apreciación de las cosas, lo que aporta mucha más riqueza a los equipos”.

Un congreso para hacer comunidad

Sanz dedica también unas palabras para el meteórico ascenso que ha experimentado RootedCON en los últimos ejercicios. En este, dice, se ha aumentado el número de salas, hasta llegar a cinco y se han pasado por allí, como decíamos, unas 5.000 personas. “Siempre estamos innovando, intentando hacer más y mejores cosas con unos patrocinadores que nos apoyan en todo momento”.

De este modo, se conforma una comunidad muy nutrida y diferente, alejada de otras convenciones más corporativas o institucionales. “Veíamos eventos como Black Hat en Estados Unidos y decidimos que queríamos montar aquí algo similar. Nacimos con la idea de crear grupo. Tanto es así que durante la pandemia nos negamos en rotundo a continuar online porque no tenía sentido. Así no se hace comunidad […] Somos el mayor evento a nivel nacional y uno de los más importantes de Europa”.

Por último, asegura, el talento local no tiene nada que envidiar al de otras geografías. El problema, añade, es la fuga de cerebros. “Las empresas locales no pagan tan bien, y tenemos perfiles tremendos a nivel técnico. Aquí, los salarios al empezar son de 30.000 euros y en Estados Unidos de 300.000”, concluye.