Ciberseguridad
Coronavirus

"Contrastemos las informaciones y dejémoslas respirar para que no se multipliquen las 'fake news"

En los últimos días, y a tenor de la crisis del coronavirus, las redes sociales son un nido de noticias falsas. El experto Alexandre López analiza, para CSO, cómo se crean, sus objetivos y qué hay que hacer para frenarlas.

fake news

La pandemia de coronavirus (COVID-19) está generando un goteo constante de informaciones al respecto en todo el mundo. Tanto en medios tradicionales como en redes sociales, Internet se ha inundado en estos días de mensajes que van desde el alarmismo a la simple parodia. Muchas de estas noticias son, cómo no hay otra manera, fidedignas; pero cientos de miles de ellas no. Sin ir más lejos, tenemos como ejemplo al Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSC, de sus siglas inglesas), que en las últimas horas ha tenido que restar credibilidad a una campaña de desinformación que anunciaba el inicio inminente de una cuarentena social en el país.

En España, la constante es la misma, y los ciudadanos tienen que tener mucho cuidado sobre qué asimilan como cierto y qué no. El experto en fake news y comunicación y profesor de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC), Alexandre López, explica a CSO que, aunque aún es pronto para cuantificar el número de bulos que se han generado en nuestras redes, sí que ha habido un aumento muy significativo. En los primeros días, en los que se hablaba solo de epidemia, se especulaba sobre el origen del virus y sobre cuál fue el primer caso en el país. Ahora, se desinforma sobre métodos de prevención, curación o simplemente se hace “una mala interpretación” de las medidas de cuarentena. “También se rumorea sobre lo que pasará en el futuro sin ningún tipo de base científica”, señala. “La gente suele leer este tipo de contenidos en las redes sociales, acude a ellas para poder compensar el elemento social que pierde quedándose en casa”.

Pero, ¿cuáles son los objetivos de los creadores de bulos? Es obvio que el fin último de todo tipo de ciberdelincuente, si metemos a éstos en dicha categoría, es monetizar sus actividades, algo que no parece posible con este tipo de campañas. Sin embargo, López ha detectado varios grupos; desde los que promueven teorías conspiranoicas porque piensan que el Gobierno nos miente, hasta los que intentan lanzar mensajes de odio a distintos colectivos, como se ha visto en el caso de los ciudadanos chinos e, incluso, italianos. “Luego, están los que, con buena intención, difunden información falsa porque le dan credibilidad”. Caso paradigmático es el de una famosa influencer que hacía vídeos sobre medidas de curación que no eran verídicas. “Estoy convencido de que ella creía lo que decía”, cuenta.

"Más reflexión y menos difusión"

Según informaciones de López, hay varios estudios que atestiguan que la información falsa corre más rápido por las redes que la verídica, sobre todo en los temas que tienen que ver con el miedo, como el terrorismo o el caso que nos atañe. Aunque, repite, todavía es pronto para comprobar porcentajes y efectos, sobre todo en WhatsApp, una aplicación más difícil de contener por su idiosincrasia. Facebook y Twitter, por su parte, están tratando de aplicar medidas contra la desinformación en sus tablones.

Preguntado por si está habiendo algún tipo de campaña para desacreditar las informaciones institucionales, López asegura que no ha advertido ningún mensaje de este tipo. “La gente da fiabilidad a las peticiones de la Administración”, dice. “Afortunadamente, no estamos en esa fase. De lo contrario, podría temblar más el día a día tan complejo que estamos viviendo”.

Para frenar este fenómeno, el experto alude a la concienciación y la educación. “Igual que en su día, con la aparición de la radio y los periódicos la gente tuvo que aprender a discriminar, con las redes sociales ocurre lo mismo”, espeta. Además, aconseja a la ciudadanía difundir poco. “Hay que dejar respirar a las noticias, comprobar si tienen sentido y no reenviarlas solo por el hecho de que nos parezcan sorprendentes. No hace falta que estemos todo el día conectados, hay que rebajar la alerta informativa. Cuanto más tiempo pasamos en línea más sensación de seguridad tenemos respecto a lo que consumimos, pero los datos se actualizan dos veces al día, con comprobar esto sería suficiente”, apostilla. En definitiva, concluye, la receta pasa por "más reflexión y menos difusión”.



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